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No contamos ningún secreto si decimos que la dorada es una de las especies más buscadas por todos los que somos aficionados a la pesca deportiva.
Desde septiembre hasta noviembre comienza una época sensacional para tentarlas desde costa a surfcasting y a diferencia de la época estival, dispondremos de pesqueros libres de bañistas o restricciones horarias que nos impidan la realización de nuestro deporte.
Cuando y como capturarlas en otoño dependen de muchos factores que ahora analizaremos en profundidad, investigaremos todos los datos atmosféricos que necesitamos tener presente para conocer cuando se incrementarán nuestras probabilidades de que este esquivo pez se acerque a la costa a tiro de nuestras cañas y descubriremos nuevos trucos que nos ayudarán un poco más a seguir descifrando los mejores métodos para realizar la captura de esta increíble especie.
Vale la pena alejarse de las bajadas de entrada al pesquero, camina un poco y encuentra lugares con menor presión de pesca. Fotografía: Juanma.
Durante los meses de septiembre, octubre y noviembre la dorada va desapareciendo de nuestras costas de forma paulatina dejando paso a otras especies más propias para esta época del año. A pesar de esto y mientras las condiciones sean propicias, muchos ejemplares de doradas permanecerán alimentándose frecuentemente por nuestra zonas de pesca habituales. Si algo caracteriza la pesca de la dorada en otoño es que tendremos la posibilidad de pescar las doradas de mayor tamaño de toda la temporada puesto que desde la primavera, llevan haciendo acopio de alimento para el invierno.
Además, si con estos datos ya es suficiente el aliciente para salir a pescar, durante este periodo podrán hacer acto de presencia las denominadas 'doradas XXL'. No debemos obsesionarnos con la pesca de las XXL porque ciertamente resultará muy difícil dar con ellas. Solo unos pocos afortunados saborearán la gloria de enfrentarse a ellas al otro lado de la línea aunque, quien sabe, este año podríamos ser uno de nosotros los agraciados de tal grande espectáculo.
Quizás no demos con las XXL pero en esta época podremos realizar pesqueras increibles. Fotografía: Juan.
Comencemos la preparación de la pesca de la Sparus aurata en otoño. Nuestra misión es aprovecharnos de la circunstancia temporal que se avecina para conseguir dar con estos ejemplares antes de que, como comentamos anteriormente, se retiren de forma progresiva a medida que las temperaturas comiencen a descender.
En la búsqueda de la dorada, el factor ambiental resultará clave a la hora de decidirnos que spot de pesca escoger, permitiéndonos aumentar al máximo nuestras probabilidades de éxito.
Si este componente no resulta favorable para el acercamiento de esta especie, difícilmente daremos con ellas.
Deberemos fijarnos, sobre todo, que reine el buen tiempo con un potente y continuado anticiclón que permita la estabilización de la temperatura ambiental y del agua. Otro buen momento para dar con ellas será días después de un temporal otoñal que remueva bien los fondos apelmazados durante todo el verano y levante el alimento que se encuentra oculto en ellos.
Planifica tu jornada con antelación, en el momento de la verdad no debe fallar nada. Fotografía: José María.
Sabemos que este pez necesita de unas condiciones de temperatura del agua cálidas que mantenga la activación de su instinto de aprovisionamiento para dirigirse hacia la costa.
En lo referente al estado general del agua y las mareas, buscaremos nuestro escenario ideal en spots que presenten aguas limpias y claras pero en las que observemos que el agua no se encuentre parada totalmente y se componga al menos de algunas olas que remuevan el rebalaje.
A resaltar que, si por el contrario, tenemos presencia de gran oleaje que ensucie el agua y la oscurezca con mucha arena en suspensión, se planteará sin duda, un mal momento para la búsqueda de nuestra deseada aurata bajo esas circunstancias.
Deberemos tener presente los días en el que el coeficiente de marea, por norma general, sea superior a 80. La idea es buscar desplazamientos de grandes cantidades de agua que permitan a estos peces, acercarse y llegar a esos lugares ricos en alimento que durante días no han sido arrastrados al fondo por las olas. Este momento será muy deseado por toda la fauna marina cercana que iniciará una carrera para abastecerse rápidamente y no quedarse sin su parte del pastel.
El control de la presión atmosférica en base al día, nos indicará normalmente la existencia de las condiciones genereales de pesca que nos vamos a encontrar en el pesquero. Para pescar la dorada nos decantaremos por días en los que la presión se sitúe por encima de los 1013 hPa evitando aquellos en los que descienda de los 1010 hPa. Numerosos estudios intentan averiguar como afectan los cambios de presión de las masas de aire en el comportamiento de los propios peces, aunque todavía no existe un consenso en la comunidad científica sobre su influencia.
Despacito y con buena letra, no cierres el freno de tu carrete del todo y trabaja la captura poco a poco dejando al pez pegarse sus carreras. Fotografía: Frank.
Otro de los elementos más determinantes nos lo proporcionará el viento, el cual deberemos tener siempre muy presente en la búsqueda de este espárido.
Como comentamos anteriormente, esta especie es reconocida por ser un pez muy receloso con las condiciones climáticas, prefiriendo el agua calmada y con gran visibilidad que la haga sentirse segura a la hora de avistar los peligros que puedan estar acechándola.
Evitaremos salir en su búsqueda los días con presencia de aires fuertes, independientemente de su dirección, pero sobre todo si estos grandes vientos provienen desde el mar, puesto que, moverán excesivamente el agua provocando grandes olas que reducirán la transparencia del agua y nos perjudicarán notablemente en nuestra distancia de lance.
La mejor opción para el factor viento lo encontraremos en aquellos días con vientos flojos que provengan desde cuales quiera de los diferentes 180 grados desde el mar hacia la costa.
Los vientos flojos marítimos, a diferencia de los vientos fuertes, servirán de ayuda a la marea para acercar de forma natural y progresiva a las distintas especies hacia la costa, sin el temor de crear grandes olas que ensucien el agua y sin restarnos metros de lance que puedan ser decisivos durante la jornada.
La importancia de la elección del equipo de pesca forma la penúltima de las patas para descifrar el enigma de esta bonita pesca. Dar con el equipo óptimo dependerá sobre todo de las condiciones particulares del pesquero, la experiencia de cada pescador y de las circunstancias del día, no obstante, enumeraremos algunos consejos sobre el equipo por el que apostaríamos nosotros para la pesca en grandes arenales.
La dorada casi nunca picará de primeras, cuando veas movimientos en tu puntero no te dejes llevar por las ganas y dale tiempo para que se enganche de verdad. Fotografía: José.
La práctica de esta pesca en arenales podremos realizarla sin miedo a posibles enganches o roturas por rocas. Optaremos por un equipo que nos permita realizar lances largos y controlar el mayor rango de cantidad de agua posible para llegar a disponer nuestro cebo en el comedero y zonas de paso de estos peces. Durante la jornada podremos ir variando distancias hasta dar con la actividad.
Para ello es importante disponer de carretes con un freno sensible 'punto a punto' que nos permita trabajar la captura con seguridad a pesar de las largas distancias.
En cuanto a la línea madre de nuestro carrete recomendamos recurrir a hilos de la mejor calidad posible debido a los grosores que utilizaremos. Estos irán en un rango entre los 0.12mm hasta 0.18mm. Para soportar estos largos lanzamientos, es necesario recordar, utilizar puentes de unión tipos 'cola de rata' que no rompan el hilo a causa del latigazo en la realización del lance.
Respecto a la elección de nuestros bajos de línea, al estar el agua tan transparente, nos decidiremos a montar aquellos que sean finos y eviten que la dorada descubra nuestro engaño. Es significativo que seleccionemos aquellos fabricados 100% en fluorocarbono, con un grosor entre los 0.20mm al 0.26mm dependiendo si el mar nos permite pescar sin enredos y, esto es muy importante, al menos 2.5 metros de largo para dejar nadar nuestro cebo con la naturalidad que esta especie reclama y evitar que sienta la tensión de nuestra línea en sus mordidas.
Para la elección del anzuelo dependerá exclusivamente del cebo que utilicemos y del espectro de tamaño del pescado que vayamos buscando. Habitualmente utilizaremos números finos de ojal para gusanos pequeños y de mayor tamaño si utilizamos cebos más grandes.
Nos decantaremos por plomos de tipo lance o portugués con un peso de entre 120g y 135g según nos permita pescar el arrastre de la marea, montados en un enganche rápido que nos facilite intercambiarlos si las condiciones varían durante la jornada.
Si vamos a buscar doradas en zona de rocas deberemos sobredimensionar todo el equipo, ampliar grosores y tamaños de nuestros cebos. Fotografía: José.
Para finalizar, usaremos como aparejo la conocida versión del llamado 'plomo corrido' o bien armaremos otra adaptación con dos topes de silicona montados sobre el puente de línea, con un rolling pequeño y dos perlitas entre medio de esos topes, dejando como máximo 50cm de separación entre topes y a 20cm del plomo, el tope inferior.
El último de los puntos son los cebos. Estos deberán ser adecuados al tipo de pesca que queramos realizar, es decir, si optamos por grandes lances adecuaremos el cebo a evitar la resistencia del aire para conseguir esos metros de más. Gusanas finas como la catalana o algún pedazo de otros anélidos serán nuestra mejor opción. Por el contrario, si decidimos buscarlas en el rebalaje optaremos por cebos sobredimensionados. Cangrejos, tiras de sepia, mejillones, navajas, etc. serán nuestro mejor aliados para su reclamo.
Fotografía Portada: Cristian Vargas